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Siempre fui pésima para la gimnasia, era el gran engaño de mi visión sobre la práctica de Yoga. Estuve toda una vida eximida de hacer Educación Física en la enseñanza media por temas de salud, a los treinta años tuve un accidente y me fracturé tibia y peroné de mi pie izquierdo, fue una larga recuperación, tuve dos operaciones, dos años sin caminar, apoyada con bastones, subí de peso y tuve que aprender a caminar de nuevo… 

Testimonio de vida.
Estuve dos años sin caminar a raíz de un accidente.

Y hoy llevo casi cuatro meses en la Escuela de Yoga, se preguntarán ¿Cómo es que llegué a practicar Yoga? 

Si quieren una respuesta es la siguiente, yo no busqué el Yoga, el Yoga me buscó a mí, hubo dos semanas en que diferentes personas traían el tema de la nada y sin pensarlo mucho me dije ¿Y por qué no?, ¿Qué pierdo con entrar y probar? En una de esas puedo, me decía a mí misma.

La dos primeras semanas me sentí como pez fuera del agua, mentiría si no les contara que tenía muchas ganas de arrancar, pero encontré en el Yoga una disciplina tan completa, que probablemente en ninguna otra práctica la iba a encontrar. Me fue de a poco conquistando, ya que no sólo lograba hacer que mi cuerpo se moviera, era el movimiento de mi energía que parecía  realizar un viaje desde lo más profundo de mi ser, y ahí me pude mirar por primera vez en el espejo de mi alma, me reconocí, me quise cada día un poco más y decidí recibir las alas que nos dan los grandes maestros para emprender este vuelo. Lo mejor de todo es que te da la opción de volar en libertad de acuerdo a tu propio ritmo. 

Tengo un pie torpe con metales, cincuenta y seis años y estoy convencida que debo bajar de peso, pero por medio de mi testimonio te invito a emprender el vuelo tal como lo hice yo, verás que comienzas a ver la vida con otros ojos y tu cuerpo lo sentirás cada día un poco más liviano, como si de tu alma volaran mariposas. 

Silvia Lepe Catalán – Estudiante  en Escuela Yoga de Todos

Nivel Esmeralda 100 horas

Casablanca-Valparaíso

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